Autor: Loki
Clasificación: Cuento
Anotaciones: Este cuento es muy tierno...
La niña de la corona de rosas
Alessandra María Rodríguez Ayala
Había una vez una niña que, al
nacer, la llamaron fea. Entonces, como si se pusieran de acuerdo, todos en el
pueblo pensaban que era la niña era fea. La niña creció escuchando que todos la
llamaban fea. Y poco a poco nadie la miraba a la cara. Hasta sus propios padres
no la veían.
Un día cuando era chiquita
escucho una voz. –Eres la mujer más bella del mundo- dijo la voz. La niña quedó
sorprendida, porque donde fuera que iba escuchaba la voz. De pronto, descubrió
que la voz era un rosa, una rosa que crecía detrás de su oreja.
Por los años, crecieron más y más
rosas. Hasta que rodeaban su sien. El pueblo que desde un inicio no la querían,
la empezó a odiar. El pueblo desde lejos admiraba la corona de rosas teniendo
cuidado de no mirarle a cara. Como es posible que crezca una guirnalda de rosas
tan bellas en la frente de la niña más fea, pensaba todo el pueblo.
Pero las rosas insistían, todas
las mañanas le decían a la niña, –Eres la mujer más bella del mundo. — Pero la
niña no las creía.
Un día llegó un extranjero al
pueblo y la gente se quedó asombrada. Nunca habían visto un extranjero. Su piel
era clara, su pelo color oro y sus ojos de un azul, un azul por el cual los
ángeles atravesaban el cielo.
El extranjero caminaba por en
medio del pueblo, rodeado por chicas bellas y hombres gandallas y oportunos.
Cuando de reojo vio las flores. Corrió hacia la niña, se detuvo frente a ella.
-¿Qué son?- Pregunto el hombre,
agachándose a verlas. Sus labios casi tocando la nariz de la niña.
-Son… son rosas- contestó la niña
con su tierna voz. Muy apenada por tener la atención de este hermoso
extranjero.
Y poco a poco el pueblo empezó a
rodearlos. Callado, viendo.
-Nunca había visto tal cosa. ¿Cómo…
– paró de hablar de repente. Y ladeó su cabeza, acercando su oído a los pétalos
como si escuchara algo. Y el pueblo que los rodeaba también inclinó su oído
aunque de distancia.
- ¿Qué dicen?-
- Dicen que soy… que soy la mujer
más bella del mundo.
- Yo he viajado por todo el
mundo.- Y tomó un paso atrás para ver bien la cara de la niña y se quedó en
asombro. Y el pueblo que por primera vez en años vio a la niña directamente a
la cara también se quedó en asombro.
La carita, la nariz, los labios y
los cachetes sonrojados todos eran hermosos. Eran bellos. Increíblemente
bellos. Hasta sus ojos, casi escondidos por los grandes pétalos de las rosas eran
bellos.
Cuidadosamente se agachó frente a
ella y humildemente la pidió en matrimonio. Porque las rosas son las más
sabias. Y de verdad era la mujer más bella del mundo.
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